Pensamos siempre lo mismo. Hacemos siempre lo mismo. Deseamos casi siempre lo mismo. Una vez llegados a edad adulta repetimos en métrica constante, siempre lo mismo. La melodía siempre es la misma. Difícil que nazcan nuevos matices así, y que nazcan nuevos ritmos.
Estamos dormidos. Vivimos dormidos. Haremos el intento de despertar del letargo para expresar la música que puja por expresarse. Que está a los gritos pidiendo salir. Para luego hacer otras nuevas. Distintas.
Trabajaremos con una batería incansable de procedimientos para romper al robot. Recordándonos. Buscando con ahínco. Estar aquí.